Qué debe saber un propietario sobre la primera comunidad de vecinos en una obra nueva

Comprar una vivienda de obra nueva es una de esas experiencias que se recuerdan toda la vida. Estrenar tu propio hogar, oler la pintura fresca y abrir por primera vez la puerta de un piso que nadie ha habitado antes, es algo especial. Pero lo que muchos propietarios desconocen es que, en ese mismo momento de ilusión, también están estrenando algo más: una comunidad de vecinos recién nacida, que aún no tiene normas, presupuestos ni una organización clara. Y, aunque suene poco romántico, ese pequeño detalle marcará la convivencia, los gastos y hasta el valor futuro de tu vivienda.

En CasaTovar hemos acompañado a muchas comunidades desde su primer día, y si algo hemos aprendido es que los primeros meses son decisivos. Todo el mundo está estrenando casa, llegan mudanzas, obreros, muebles, cajas, y los ascensores trabajan sin descanso. Es el caos más dulce que puede vivir un edificio nuevo. En ese momento suelen aparecer las primeras anécdotas: el vecino que instala el toldo antes de aprobarse el color, el que pone una lavadora industrial en el garaje, o el que, sin saberlo, aparca en la plaza equivocada durante meses.

Estos casos, aunque parezcan divertidos, muestran algo importante: una comunidad necesita organización desde el primer día. La primera junta de propietarios no es un mero trámite; es el punto de partida que definirá cómo se gestiona todo durante los próximos años.

Lo primero que muchos desconocen es que la comunidad se constituye automáticamente en cuanto se entrega la primera vivienda. Es decir, aunque no haya reuniones ni se conozcan los vecinos, ya existe legalmente una comunidad con derechos y obligaciones. A partir de ese momento, los propietarios son copropietarios de los elementos comunes: portales, garajes, trasteros, jardines o piscinas. El promotor suele convocar la primera reunión, pero los vecinos pueden solicitarla si detectan que pasa demasiado tiempo sin hacerlo.

En esa primera junta se eligen el presidente, el administrador de fincas y se aprueban los primeros presupuestos. Y aquí es donde suelen surgir los primeros malentendidos. Algunos propietarios piensan que el administrador lo “pone el promotor”, cuando en realidad deben ser los propios vecinos quienes lo elijan libremente. Conviene recordar que el administrador será quien gestione el dinero de todos, contrate los servicios de mantenimiento y defienda los intereses de la comunidad, especialmente en los primeros años, cuando pueden aparecer defectos constructivos.

Un caso muy común —y que puede resultar tan curioso como frustrante— ocurre cuando el ascensor se estropea a las pocas semanas y nadie sabe quién debe pagarlo. Algunos vecinos llaman al servicio técnico, otros a la constructora, otros al seguro… y mientras tanto el ascensor sigue sin funcionar. Lo que pocos saben es que durante los primeros años, la constructora tiene la obligación de reparar ciertos defectos dentro del periodo de garantía. Pero si la comunidad no se ha constituido formalmente o no hay un administrador que gestione las incidencias por vía oficial, es frecuente que esos plazos se agoten y la comunidad acabe pagando lo que no le corresponde.

Por eso, en CasaTovar insistimos siempre en que la primera reunión debe hacerse lo antes posible, con actas, presupuestos y acuerdos bien documentados. Un buen administrador de fincas puede marcar la diferencia entre una comunidad organizada y una llena de problemas. También es recomendable crear desde el inicio un fondo de reserva, aunque sea pequeño, para cubrir los primeros imprevistos. A veces basta con unos cientos de euros por propietario para evitar dolores de cabeza.

Otro error habitual es pensar que las cuotas mensuales iniciales fijadas por el promotor son definitivas. En realidad, suelen ser estimaciones provisionales. Durante el primer año, los gastos reales (limpieza, luz de zonas comunes, ascensores, mantenimiento, agua…) pueden ser más altos o más bajos de lo previsto. Es importante revisar y ajustar el presupuesto al finalizar el primer ejercicio. De lo contrario, la comunidad puede acumular deudas sin darse cuenta.

Y no todo son problemas. También hay momentos divertidos que muchos vecinos recuerdan durante años. En una comunidad que gestionamos desde CasaTovar, por ejemplo, el primer presidente decidió celebrar la entrega del edificio con una barbacoa en el jardín común… antes de que se aprobaran las normas de uso. Al día siguiente, el seguro tuvo que cubrir el césped chamuscado y el portal con olor a chorizo durante una semana. Desde entonces, en cada junta se recuerda aquella “primera fiesta” como el origen no oficial del reglamento interno.

Estos pequeños episodios reflejan que una comunidad nueva es como un pequeño país que está aprendiendo a funcionar. Al principio todo es entusiasmo y desconocimiento, pero con buena gestión, diálogo y transparencia, se convierte en un entorno cómodo y estable. Lo importante es entender que una vivienda no termina en tu puerta: también forma parte de un proyecto colectivo.

En definitiva, si acabas de recibir tu vivienda de obra nueva, tómate unos minutos para informarte, participa en las reuniones y asegúrate de que vuestra comunidad cuenta con un administrador de fincas profesional y colegiado. Esa decisión, que muchos toman a la ligera, puede ahorrarte miles de euros, innumerables discusiones y más de un susto con el tiempo.

En CasaTovar ayudamos a las comunidades de obra nueva a empezar con buen pie, resolviendo incidencias, gestionando presupuestos reales y estableciendo normas claras y justas para todos. Porque una vivienda de calidad no solo se construye con buenos materiales, sino también con una convivencia bien gestionada. Y eso, en el fondo, es lo que convierte un edificio en un verdadero hogar.

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